La institución Corazones Mágicos, que lucha contra la violencia sexual infantil, reportó que tras 13 años de trabajo han detectado que el 71.53 % de los agresores de niñas, niños y adolescentes atendidos por esta organización son familiares directos de las víctimas, el 22.57 % son personas conocidas del entorno y apenas el 4.86 % corresponden a desconocidos.
María Fernanda Lazo, presidenta de la organización, hizo un llamado para alertar sobre la necesidad de cambiar el enfoque preventivo, ya que la mayoría de los mensajes de cuidado se enfocan en “extraños”, cuando el riesgo suele estar dentro del entorno cercano.
“El 70.98 % de nuestra población beneficiaria vive en el municipio de Querétaro, el 16.83 % en el municipio de Corregidora y el 6.31 % en el municipio de El Marqués; destaco estos municipios porque son los más importantes. Desde la perspectiva de la salud, estos datos son muy relevantes, ya que la violencia sexual infantil es un problema de salud pública. Por lo tanto, ahora no nos centraremos en los conceptos del ámbito penal y jurídico. Nuestra población beneficiaria, les voy a dar las características para 2024: el 82.81 % vivió abuso sexual infantil”, explicó.
Destacó que, desde 2012, Corazones Mágicos ha brindado atención a más de 2,150 niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, ofreciendo más de 54,000 servicios psicológicos y más de 13,000 servicios jurídicos. La mayoría de los casos corresponden a menores de entre 7 y 17 años, de los cuales el 62.17 % han sido mujeres y el 37.81 % hombres.
Además, han implementado más de 2,000 talleres de prevención en escuelas públicas y capacitado a más de 3,000 profesionales del sistema de procuración de justicia, educación y salud. También han impulsado cambios normativos en colaboración con autoridades locales y federales, incluyendo propuestas como la creación de un padrón de agresores sexuales y la no prescripción de delitos relacionados con la violencia sexual infantil.
“¿Qué es el abuso sexual infantil? Es cuando un adulto o un adolescente utiliza a una niña, niño o adolescente para obtener una gratificación sexual mediante comportamientos sexuales. Hay dos elementos centrales que distinguen al abuso sexual infantil: uno es la asimetría de edad, poder y conocimiento; y el segundo es que buscan una gratificación sexual a costa de estas personas que agreden”, concluyó.